A principios de este pasado mes de agosto, se cumplían los 200 años del natalicio de Herman Melville. Dicha efeméride me ha motivado durante este descanso estival a iniciar (y completar) la relectura de su Moby Dick, una obra inmensa con múltiples interpretaciones, pero posiblemente una muestra de la lucha entre la lógica y el sentido común frente a la destructiva e incendiaria hybris (¿de la civilización occidental?); la pugna entre dos fuerzas, una mundana y práctica encarnada por Starbuck, frente al delirio obsesivo de Ahab. Y un final como respuesta de la naturaleza a través de su noble cetáceo que da la puntilla a un loco, sólo defendido por una especie como los humanos.
Pero volviendo a los centenarios, no debemos olvidar el quinto centenario de la circunnavegación de nuestro globo, iniciada por el Almirante F. de Magallanes bajo los auspicios de la corona de España y comerciantes sevillanos, que fue finalmente completada por J.S. Elcano. Inicialmente pensada para ocupar las Islas Molucas como principales productoras de especias como la nuez moscada, el clavo de olor, además de la pimienta, la canela o el jengibre (las cuáles alcanzaban precios astronómicos en la época) y ponerlas bajo la égida del trono de los Habsburgo, termina siendo una epifanía del conocimiento geográfico, puesto que sienta los principios que permitirán acotar las dimensiones de nuestro planeta y demostrar la “redondeza” (Elcano) del mundo.
Dicha gesta es narrada por Antonio Pigafetta en su texto “La primera vuelta al mundo”, como una eterna crónica sobre el dolor y la inconmensurable capacidad humana para el sufrimiento, evocando o quizás inspirando el monólogo del conocido príncipe danés que nos recuerda: “y escapar con solo un sueño / a este dolor del alma, al choque eterno / que es la herencia del hombre en esta vida”. Abundando más, el texto de Stefan Zweig “Magallanes. El hombre y su gesta”, nos lo reafirma como el viaje marítimo tal vez más terrible y lleno de privaciones, como contraposición a nuestra aburrida y autocomplaciente, existencia.
Otro centenario para destacar en estas fechas es el 250 aniversario del natalicio de Alexander von Humboldt, sabio prusiano precursor del concepto de “sostenibilidad” (Kremer, 2019), formado en las universidades de Gotinga y Frankfurt. Precursor de las observaciones de la pérdida de la biodiversidad, identificando sus razones en los cambios en el uso del suelo, la urbanización, contaminación y propagación de especies invasoras, ¿les es conocido?, o el planteamiento de conceptos como las líneas isotermas.
En su periplo por América Latina de 1799 hasta 1804 von Humboldt, según diferentes autores, consolida una perspectiva holística de los ecosistemas. Podríamos sugerir que en este período empieza a defender la necesidad de integrar el arte y la imaginación en los datos de la observación, como forma de entender las relaciones entre los humanos y la naturaleza o cómo lo político, social y económico, están íntimamente ligados a lo ambiental.
En 1798, Humboldt, en Madrid, convence al monarca Carlos IV de la necesidad de visitar los Virreinatos de ultramar, consiguiendo una amplia libertad para viajar a los territorios de Sudamérica y concretamente en 1801 recala en Cartagena de Indias con la intención de dirigirse a Santa Fe de Bogotá, para conocer al botánico español J.C. Mutis (¿recuerdan los antiguos billetes de 2000 pesetas?) y a F. J. de Caldas, quien había descubierto cómo calcular la elevación de las montañas a partir de la temperatura de ebullición del agua en esas cotas.
El historiador Mauricio Nieto, sostiene que el viaje de Humboldt esconde el propósito último de la Ilustración Europea de comprender, clasificar y ordenar el orbe. De hecho, el título de una de sus grandes obras “Cosmos” (1845-1862) se plantea como trabajo para comprender el Nuevo Mundo, como parte de un único universo y un orden geográfico y natural. Uno de los múltiples planteamientos de Humboldt, nos traslada a la actualidad más reciente como la Amazonia. Humboldt propuso la hipótesis de que las cuencas de la Orinoquia y la Amazonia se comunican entre sí. Éste demuestra a partir de observaciones y deducciones cómo, en período de aguas altas, las dos cuencas se comunican y comparten especies. De hecho, hoy en día la Orinoquia se está convirtiendo en una de las últimas despensas agrícolas del mundo, mientras la Amazonia pierde millones de hectáreas por la deforestación y los incendios.
Para finalizar estas breves líneas y más allá de homenajear unas fechas, creo oportuno destacar lo que diferentes autores reconocen en Humboldt, como persona que defiende cómo se imbrican las fuerzas de la naturaleza en una malla que no tiene una dirección unívoca, sino que conforma un tejido entrelazado en forma de red. También el énfasis que mostró en la importancia de la libertad para el avance intelectual y social de los individuos, o el hecho de que los seres humanos sólo podemos desarrollar adecuadamente nuestras capacidades si existe correlación entre la diversidad de impresiones recibidas del exterior (variedad de situaciones), conocimiento de muchos casos particulares y un saber universal (el sistema universal de conocimiento), el cual no es otra cosa que la interacción compleja entre los saberes particulares.
Reflexiones que en el ámbito no solo social sino académico, deberíamos tener en consideración, en unos tiempos de cerrazón individualista y empobrecedora.