Si no lo es, se le va a parecer mucho. Es un hecho cierto que en el ámbito de la BRI (Belt & Road Initiative) del Gobierno chino, puesta en marcha en 2013 por el Sr. Xi-Jinping con una lluvia de millones de dólares para invertir en infraestructuras portuarias, ferroviarias y carreteras entre otras, que facilitaran la penetración comercial China en Europa y Asia, han encontrado campo abonado en las repúblicas asiáticas, hacia las cuales, mediante las inversiones en las áreas que citamos anteriormente, busca China una salida mundial a sus comunicaciones y al tiempo, aumentar su influencia en esos países.
La iniciativa de unir China e Irán a través del país de los kiguises (Kirguistán, abriría una nueva vía de llegada a Europa a través de las repúblicas asiáticas y Turquía, cuando la vía rusa y países del Norte de Europa es hoy la utilizada. La nueva vía, llegaría de forma más adecuada a los países del Sur de Europa.
Como se ve en el mapa que acompaña a esta información, la mayor parte de las rutas están trazadas por el Norte asiático y por Kazajstán. Son una decena de posibilidades de tráfico ferroviario entre 50 ciudades chinas y otras 50 europeas, básicamente alemanas. Existen un volumen estimado de 500.000 o más TEUs en 2019, en sentido Este-Oeste y 400.000 Oeste-Este. Tráfico que según las autoridades chinas se puede incrementar fácilmente en un cincuenta por ciento en 2020.
De otro lado, las políticas de sostenibilidad medioambiental de la UE, han hecho del ferrocarril una de las opciones mas favorecidas para soportar el incremento de las actividades logísticas en la UE y su comercio exterior. Bruselas pretende que un 30% de su transporte en 2030 se efectúe por ferrocarril, haciendo de la intermodalidad ferrocarril-camión (este para la última milla) una de sus apuestas mas destacadas.
La vía china será sin duda, una de las más señaladas en este camino.